
Por Nefeç_metah
El reloj marcaba las 12:05 de la noche en aquel lejano 29 de enero de 2010 . Cristina y karla, estudiantes de la universidad del mismo nombre y de aproximadamente 24 años de edad cada una, hac¡an guardia en aquel antiguo edificio, ubicado en la ciudad de Cuenca (Ecuador). Se encontraban sentadas en la sala de internos (destinada £nicamente al descanso y relax del personal que hace guardia en la noche) jugando una partida de naipes. La noche estaba tranquila, as¡ que era m s que justificado el descanso que estaban tomando. De pronto aquella sensaci¢n se hizo presente: una extraña sensaci¢n que dictaba que alguien, desde alg£n punto del pasillo que se trazaba a pocos metros de las chicas, estaba mir ndoles, atentamente. La sensaci¢n era muy fuerte por lo que los naipes permanecieron a la espera de la siguiente orden de jugada.
Pasados algunos segundos las chicas retomaron el juego, sin pensar siquiera lo que iban a recibir como regalo en aquellas horas de la noche. Una suave brisa se instal¢ en el reducido espacio acondicionado como lugar de juego y, un invitado invisible, lleg¢ sin previo aviso y, ante la mirada at¢nita de Cristina, empez¢ a “jugar” con la atemorizada karla.
El mech¢n de cabello de la joven se levant¢ algunos cent¡metros de su posici¢n normal; una mano invisible lo sujetaba con fuerza y tiraba hacia arriba en una actitud traviesa. Karla empez¢ a sentir un nudo en el est¢mago y sinti¢ que la boca se le secaba. El miedo y temor hab¡an hecho presa de ella y, con la mirada perdida, acert¢ a gritar e, incorpor ndose r pidamente, corri¢, junto con su amiga que contemplaba ojipl tica la impresionante escena.
Lograron alejarse algunos metros, deteni‚ndose posteriormente para, girando sobre sus talones, contemplar el reducido espacio en el que estaban hace poco. No hab¡a nadie all¡, sin embargo, alguien estaba ahora caminando parsimoniosamente a pocos metros; dando pequeños trompicones por el pasillo. “Los pasos eran de un niño. Parec¡a que corr¡a y se deten¡a para, nuevamente, volver a correr”, aseguraron.
Este no ha sido el £nico caso recogido en esas estancias marcadas por historias truculentas. Hay varios internos que han sido testigos de eventos paranormales de todo tipo: pasos describiendo rutas por los oscuros pasillos; las llaves de los lavabos que se abren y cierran sin un motivo justificado; puertas que se abren, a pesar de que est n aseguradas debidamente; extrañas brisas g‚lidas acompañadas de voces que dejan escucharse a la distancia; objetos que se desplazan, gracias a fuerzas invisibles, por la superficie en donde est n ubicadas, etc.
Existen enclaves m gicos y lugares misteriosos que no dejan de sorprendernos con la fenomenolog¡a paranormal de los que hacen gala. Este en especial es uno de esos “lugares marcados”, en donde los encuentros con lo extraño son algo habitual.
Fuente: J.E.G.R