jueves 24 de junio de 2010

Fen¢menos paranormales en el Hospital Universitario Cat¢lico



Por Nefeç_metah

El reloj marcaba las 12:05 de la noche en aquel lejano 29 de enero de 2010 . Cristina y karla, estudiantes de la universidad del mismo nombre y de aproximadamente 24 años de edad cada una, hac¡an guardia en aquel antiguo edificio, ubicado en la ciudad de Cuenca (Ecuador). Se encontraban sentadas en la sala de internos (destinada £nicamente al descanso y relax del personal que hace guardia en la noche) jugando una partida de naipes. La noche estaba tranquila, as¡ que era m s que justificado el descanso que estaban tomando. De pronto aquella sensaci¢n se hizo presente: una extraña sensaci¢n que dictaba que alguien, desde alg£n punto del pasillo que se trazaba a pocos metros de las chicas, estaba mir ndoles, atentamente. La sensaci¢n era muy fuerte por lo que los naipes permanecieron a la espera de la siguiente orden de jugada.

Pasados algunos segundos las chicas retomaron el juego, sin pensar siquiera lo que iban a recibir como regalo en aquellas horas de la noche. Una suave brisa se instal¢ en el reducido espacio acondicionado como lugar de juego y, un invitado invisible, lleg¢ sin previo aviso y, ante la mirada at¢nita de Cristina, empez¢ a “jugar” con la atemorizada karla.

El mech¢n de cabello de la joven se levant¢ algunos cent¡metros de su posici¢n normal; una mano invisible lo sujetaba con fuerza y tiraba hacia arriba en una actitud traviesa. Karla empez¢ a sentir un nudo en el est¢mago y sinti¢ que la boca se le secaba. El miedo y temor hab¡an hecho presa de ella y, con la mirada perdida, acert¢ a gritar e, incorpor ndose r pidamente, corri¢, junto con su amiga que contemplaba ojipl tica la impresionante escena.

Lograron alejarse algunos metros, deteni‚ndose posteriormente para, girando sobre sus talones, contemplar el reducido espacio en el que estaban hace poco. No hab¡a nadie all¡, sin embargo, alguien estaba ahora caminando parsimoniosamente a pocos metros; dando pequeños trompicones por el pasillo. “Los pasos eran de un niño. Parec¡a que corr¡a y se deten¡a para, nuevamente, volver a correr”, aseguraron.

Este no ha sido el £nico caso recogido en esas estancias marcadas por historias truculentas. Hay varios internos que han sido testigos de eventos paranormales de todo tipo: pasos describiendo rutas por los oscuros pasillos; las llaves de los lavabos que se abren y cierran sin un motivo justificado; puertas que se abren, a pesar de que est n aseguradas debidamente; extrañas brisas g‚lidas acompañadas de voces que dejan escucharse a la distancia; objetos que se desplazan, gracias a fuerzas invisibles, por la superficie en donde est n ubicadas, etc.

Existen enclaves m gicos y lugares misteriosos que no dejan de sorprendernos con la fenomenolog¡a paranormal de los que hacen gala. Este en especial es uno de esos “lugares marcados”, en donde los encuentros con lo extraño son algo habitual.

Fuente: J.E.G.R

martes 15 de junio de 2010

Los Gagones



Por Nefeç_metah

Despuntaba el alba en aquel lejano año de 1959. Varias personas del caser¡o de las faldas de Turi sal¡an a los campos para realizar los menesteres diarios; muchos de los cuales consist¡an en cosechar lo que la tierra ha tenido a bien obsequiarles.

La bruma hace que apenas logre atisbarse los agrestes campos y campiñas. El fr¡o y la oscuridad hac¡an mella y calaban hondo en los huesos de los pobladores de la zona rural de la Cuenca de aquellos tiempos. Mucho se escuchaba sobre las visiones espectrales que los habitantes del sector ven¡an observando desde d¡as pasados. Visiones de transl£cidas criaturas, semejantes a cachorros o perros, que sol¡an salir de la nada y realizar ciertas actividades que a todos manten¡a en estado de sobrecogimiento absoluto.

En cierta ocasi¢n, Mar¡a (como la llamar‚), sal¡a de su casa a las nueve de la noche en direcci¢n a la propiedad de una amiga intima, cuando, de pronto, y sin saber de d¢nde surgi¢, vio a lo lejos a unos pequeños “seres” que caminaban en direcci¢n suya. El tamaño calculado por la testigo no deb¡a bordear los 90 cm, quiz  menos. Ven¡an practicando cierta danza y emitiendo letan¡as de dif¡cil comprensi¢n. A medida que se acercaban, Mar¡a logr¢ distinguir ciertas peculiaridades que terminaron desestabiliz ndola emocionalmente:

-Eran pequeños, como se mencion¢ antes; quiz  bordeasen los 90 cm aproximadamente.

-Su apariencia era como la de unos pequeños cachorros y de color blanco, o al menos eso pens¢ en su momento; luego comprobar¡a que carec¡an de un color definido, confiri‚ndoles un aspecto transl£cido y nebuloso.

-Ven¡an tomados de las patas y bailando, en posici¢n b¡peda; hac¡an c¡rculos en el terreno en cada fase del baile, al mismo tiempo cantaban, o al menos eso parec¡a. Eran unas frases o letan¡as muy curiosas que incluso llegaron a sacarle una sonrisa a nuestra protagonista.

-Cuando estaban a pocos metros de Mar¡a, ‚sta vio como, uno de ellos, dirigi¢ la vista hacia el espeso matorral en donde la testigo se hab¡a agazapado. La mirada era serena y, mientras miraba al matorral no dejaba de bailar. Pasados pocos segundos dirigi¢ la vista hacia otro lugar, como oteando por si alguien m s estaba mir ndoles.

-“Pod¡a verse los arbustos a trav‚s de los “pequeños”, eran cinco, seg£n recuerdo”, afirm¢ Mar¡a.

-Recorridos algunos metros m s las extrañas criaturas se detuvieron y miraron al cielo en actitud contemplativa; luego “rieron” sin parar por algunos segundos, hasta que se hizo el silencio; dieron las espaldas a un viejo mont¡culo y caminaron hacia unos ramajes desapareciendo instant neamente apenas lo cruzaron.

Hay varias hip¢tesis que podr¡an intentar explicar estos lances sobrenaturales: que posiblemente se trate de una materializaci¢n de los diversos actos de adulterio practicado por los pobladores, o, incluso, que sean manifestaciones fantasmales producidas por osamentas escondidas en la zona; incluso se dijo que era un anuncio de muerte o peligro… Nada de esto se logr¢ corroborar.

Las extrañas manifestaciones mantuvieron en vilo a toda la poblaci¢n, impidiendo que se camine tranquilamente por las empredradas y serpenteantes calles de la Cuenca de antaño. Cuando ca¡a el ocaso nadie se atrev¡a a caminar solo por aquellos lares; optaban por resguardar la seguridad frente a un fen¢menos que ha quedado escrito en las p ginas de la historia y, para el cual, no se ha dado una explicaci¢n convincente.

Existen m s testigos que han logrado toparse de bruces con estos pequeños seres. Cuando las manecillas de reloj bordeaban la media noche se daban m s casos de apariciones. S£bita aparici¢n y desaparici¢n fulminante; caracter¡sticas que siempre marcaron a estas pequeñas criaturas salidas de otra dimensi¢n.

Han pasado casi cincuenta años desde aquellos avistamientos sobrenaturales. La memoria de la gente sigue evoc ndolos, record ndolos insistentemente y con todo lujo de detalle; lastimosamente ya no est n aqu¡, se han ido, o eso parece…

jueves 10 de junio de 2010

Una figura entre la bruma



Año 1976

En el anochecer del 14 de marzo, Vicente Corell y su esposa, Carmen Civera, regresaban hacia el domicilio de los familiares de esta £ltima en la localidad valenciana de Museros. Al detener el viejo Renault-4L en un stop de la carretera, el matrimonio observ¢ una extraña luz a su derecha que de inmediato les llam¢ la atenci¢n. Era ovalada y brillaba con una luminiscencia blanquecina tirando a rosa...pero en unos instantes dejamos de verla, afirm¢ la señora Civera.

A doscientos metros del cruce, con la tercera puesta y circulando a sesenta kil¢metros por hora, los Corell se dieron cuenta de que un torbellino de polvo se elevaba junto a la cuneta. Al poner las ®largas¯ observaron, algo asustados, c¢mo entre la densa bruma se dibujaban poco a poco los trazos de una silueta humana; all¡ hab¡a un hombre, una figura que flotaba en el aire balance ndose nerviosamente de izquierda a derecha.

Era alto, con los brazos pegados al cuerpo, y con los dedos de las manos perfectamente visibles y cerrados en un puño. El traje era de un pieza, como entubado por diferentes llantas hinchadas... y la cabeza aparec¡a lisa, demasiado pequeña y con dos lucecillas encima..., afirmaron ambos testigos al periodista J. J. Ben¡tez.

Al pasar por delante del ser comprobaron como ‚ste tomaba tierra y se quedaba ®en posici¢n de firmes¯ como una aut‚ntica estatua entre la bruma. Cuando el Renault-4l, pas¢ junto al humanoide, las luces se vinieron abajo, apag ndose totalmente al cabo de cinco a seis segundos y dejando a los Corell en la m s absoluta oscuridad a pesar de que el motor continu¢ en funcionamiento y la bater¡a no se descarg¢.

La señora Civera mir¢ por el cristal posterior y descubri¢ que la figura tambi‚n hab¡a apagado las dos ®perillas luminosas¯ que portaba encima de su cr neo. Despu‚s, poco a poco, la noche fue envolviendo al ®enllantado¯ hasta que desapareci¢ por completo.

El miedo y la tensi¢n acumulada hicieron que los Corell llegaran a su destino con un aut‚ntico ataque de nervios.

Al d¡a siguiente se comprob¢ en un taller de la poblaci¢n castellonense de Almenara, lugar donde resid¡an los testigos, c¢mo el cableado del autom¢vil hab¡a sufrido extrañ¡simas aver¡as, siendo esa la causa aparente del apag¢n de los focos. Los mec nicos, hombres acostumbrados a reparar toda clase de fallos el‚ctricos, afirmaron asombrados no haber visto nada parecido a lo largo de sus muchos años de profesi¢n. ®Algo¯ parec¡a haber absorbido toda la energ¡a del viejo autom¢vil. Pero los mec nicos, claro est , no supieron jam s la aut‚ntica causa de la fortuita aver¡a.

Fuente: "Enigmas sin resolver"; Iker Jim‚nez